ANKARA, Turquía (AP) — El ejército turco bombardeó el lunes varios objetivos rebeldes curdos en el norte de Irak, horas después de un atentado en Ankara en el que murieron 37 personas, según la agencia estatal turca de noticias.
Nueve F-16 y dos F-4 atacaron 18 posiciones en el norte de Irak del Partido de los Trabajadores del Curdistán, o PKK. Los ataques incluyeron las montañas de Qandil, donde tiene su base la cúpula del grupo armado. Los objetivos eran almacenes de munición, búnkeres y refugios.
Mientras tanto, la policía realizó varios registros en la ciudad sureña de Adana y detuvo a supuestos rebeldes del ilegalizado grupo curdo, indicó Anadolu. La agencia privada Dogan estimó que al menos 36 sospechosos habían sido detenidos. Otros quince supuestos milicianos curdos fueron detenidos en Estambul, indicó Anadolu.
La cifra de muertos en el atentado del domingo subió a 37 tras la muerte de tres personas por las heridas sufridas, indicó el ministro de Salud, Mehmet Muezzinoglu. Decenas de personas resultaron heridas.
La policía acordonó el lunes el bulevar donde se produjo el atentado mientras el personal forense buscaba pistas en la calle, la principal avenida de la ciudad. El atentado iba dirigido contra varios autobuses y la gente que esperaba en paradas de autobús de la zona.
Las autoridades atribuyeron el atentado a milicianos curdos y creen que fue obra de dos agresores, un hombre y una mujer, señaló un miembro del gobierno, que habló bajo condición de anonimato porque la investigación sigue abierta.
Se trata del segundo atentado con víctimas mortales en la capital turca atribuido a milicianos curdos en el último mes. El presidente, Recep Tayyip Erdogan, prometió poner «al terrorismo de rodillas».
El pasado 17 de febrero, 29 personas murieron en un atentado suicida con coche bomba en la capital contra autobuses de personal militar. Una escisión del ilegalizado PKK se atribuyó la autoría del atentado.
Turquía afronta varios problemas, como nuevos combates con los rebeldes curdos, tensiones con una milicia curda afiliada al PKK, amenazas del grupo Estado Islámico y una crisis de refugiados sirios.
Unas 210 personas han muerto en Turquía desde julio en cinco atentados suicidas, que se atribuyeron o bien a los rebeldes curdos o al grupo Estado Islámico.
«Los cinco ataques están relacionados con las consecuencias de la guerra civil siria», señaló Soner Cagaptay, experto en Turquía del Washington Institute, en comentarios enviado por correo electrónico. «La mal ejecutada política turca en Siria… ha expuesto a Turquía a grandes riesgos».
«La cuestión, por desgracia, no es si habrá un nuevo atentado terrorista sino cuándo será el próximo atentado terrorista», afirmó el experto.
La explosión del domingo se produjo mientras las fuerzas de seguridad preparaban operaciones a gran escala contra milicianos en dos localidades de mayoría curda. Varios vecinos huyeron de las dos ciudades después de que las autoridades anunciaran toques de queda durante el fin de semana. El Ejército desplegó muchos tanques cerca de las localidades al anunciar los toques de queda, pero no estaba claro cuándo comenzaría la ofensiva.
Las autoridades anunciaron otro toque de queda el lunes que entraría en vigor a las 2100 GMT en Sirnak, cerca de la frontera con Irak, lo que apuntaba a que el ejército preparaba otra batalla con milicianos curdos allí.
Turquía ha impuesto toques de queda en varios puntos de conflicto en el sureste del país desde agosto en una campaña contra milicianos vinculados con el PKK, que han levantado barricadas, cavado trincheras y colocado explosivos. Las operaciones militares han planteado preocupaciones sobre violaciones de derechos humanos y decenas de muertes de civiles. Decenas de miles de personas se han visto desplazadas por los combates.
El ejército turco puso fin la semana pasada a una operación de tres meses en el distrito histórico de Sur, en Diyarbakir, la ciudad más grande del sureste de Turquía, de población en su mayoría curda. Las autoridades suavizaron el domingo el toque de queda en algunas calles y un barrio de Sur, pero mantuvo el asedio a las zonas principales del distrito.
El PKK está considerado como una organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea. El frágil proceso de paz entre el PKK y el gobierno turco se derrumbó en julio, reavivando una lucha en la que han muerto decenas de miles de personas desde 1984.
En Ankara, la gente acudía a autobuses y morgues en busca de noticias de sus seres queridos.
Ridvan Baskiran dijo haber ido a varios hospitales en busca de su prima, Kubra Pekgenc, que trabajaba en un centro comercial cerca de la escena de la explosión.
«Seguimos llamándola, pero comunicaba», dijo Baskiran. «Fuimos de hospital en hospital y por fin la encontramos. Le hicieron una cirugía cerebral».