Los objetivos se lograron en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, se consiguieron. Eran tres: superar a Toronto 2015 en cantidades de oro, en total de medallas y finalizar entre los primeros 10.
De manera pública, solo el ministro de Deportes, Danilo Díaz, en una entrevista publicada por DL el pasado 22 de julio, se arriesgó a soñar con una apetecible hazaña como esa. O probablemente con la asesoría de sus técnicos los números le daban. Sin dudas en los alrededores del Comité Olímpico Dominicano, los técnicos dirían lo mismo, pero arriesgarse en un país como este, es temerario
El cierre no pudo ser más espectacular con un domingo de tres preseas doradas para bajar la tensión y calmar los nervios, gracias al voleibol, con la selección femenina, pero el batacazo llega con las dos de karate de Tanya Rodríguez y Pamela Rodríguez (no tienen parentesco familiar), ambas son dos de los nuevos talentos de este deporte de combate que es una viga de soporte para las competiciones internacionales de República Dominicana. El caso de Tanya es particular, por tratarse de un talento residente en Estados Unidos, así como su compañera de equipo, Sasha Rodríguez, de kata, (no guarda parentesco con las otras dos). Ambas, que no pasan de los 20 años, tenían la oportunidad de competir por Estados Unidos si así lo hubieran querido.
Precisamente es karate la disciplina que reinó en estos Juegos Panamericanos; con tres de las 10 medallas de oro que ganó el país y que pudieron ser cuatro si no es que los jueces de la kata en Lima no le hacen una mala pasada a la fina competidora de esta modalidad, María Dimitrova.
¿La mejor?
Sí, quizá también no. En términos de calidad de medalla es sin dudas la mejor. Es incuestionable. Los números ya fueron colocados, 40 medallas (10/13/17)
Vale apuntar que, sin embargo, no es la mejor posición de la historia, ya que República Dominicana fue número 9 en Guadalajara 2011 (7-9-17); Río 2007 (6-6-17); Santo Domingo 2003 (10-12-19), una cadena que se mantuvo constante por tres ciclos panamericanistas constantes.
En calidad de medallas, nada como Lima donde debutaron con medallas deportes como squí acuático con el oro de Robert Pigozi; el oro de Audrys Nin en salto al potro; el judo que por primera vez gana oro, con dos en toda su historia, obtenidas por Estefanía Soriano y Wander Mateo, la esgrima (sable por equipos) con su plata y el bronce del baloncesto 3×3 en ambas ramas.
La diferencia está en que en Santo Domingo 2003 el país tuvo unos 500 atletas y ahora 209 de los que el 64 por ciento ganó medalla.
Es por eso que no se trata de cantidad, sino de cualificar o potenciar las delegaciones.
Nuevo enfoque
Los deportes de combate se mantienen como la viga en que se sostiene el rendimiento deportivo dominicano. Para el viernes, antes de que concluyeran los Juegos, esos deportes (esgrima, lucha, boxeo, karate, taekwkondo) habían aportado el 55% de las medallas. Eso poco o nada varió, si se toma en cuenta como cerró karate el domingo con dos medallas de oro. Es este deporte el que da soporte al pronóstico del ministro Díaz.
Todo eso hay que mantenerlo y ahora se hace necesario un nuevo enfoque. Atletismo, patinaje, ciclismo de pista, canotaje, remo, surf están dentro del programa de competencia de los Panamericanos y están llamados a darles calidad a sus deportes. El modelo deportivo es prudente que cambie. Perú se adueñó del surf en su propio país.
La exigencia por parte del Ministerio de Deportes y del Comité Olímpico Dominicano debe plantearse en el informe técnico final de los Juegos, sobre por qué algunas federaciones se quedaron a deber deportivamente en Lima, como atletismo, béisbol (marcado por un atleta con resultado adverso tras una prueba de dopaje), baloncesto masculino, bádminton y natación.
El soporte y la escuela
El Ministerio de Deportes aportó 120 millones de pesos, el programa Creando Sueños Olímpicos también ofreció su cuota, pero el deporte dominicano requiere más.
El presidente Danilo Medina cree en el deporte, pero se necesita que se crea más. Y el sector privado, fuera de Creso, que se mueva en la misma página, no solo por un país con un mejor alto rendimiento, sino que apueste por la salud física de una mayor población. Y eso cuesta.
El modelo de clubes no tiene por qué dessparecer, pero el sistema deportivo escolar ya es tiempo de que comience como una realidad, no solo como un planteamiento de escritorio.