LEX CAYES (AP). El huracán Matthew acabó con la casa de Sonette Crownal en un pueblo de la costa sudeste de Haití y el cólera se llevó a su bebé.
Esta mujer de 25 años, que trabaja en un mercado, y su familia todavía estaban haciendo la cuenta de todo lo que habían perdido cuando ella notó que Peter James, su bebé de diez meses, tenía síntomas de una enfermedad que las autoridades sanitarias temen se propague tras la tormenta.
“Vi los síntomas y supe lo que estaba pasando, me asusté”, relata Crownal, quien dice que llevó a su bebé en sus brazos el martes hasta un centro de tratamiento del cólera en Les Cayes, donde había unas 20 personas tiradas sobre catres bajo un techo metálico, mientras un ventilador trataba de alejar el calor tropical.
El cólera es causado por una bacteria que produce una severa diarrea y es contagiado al beber agua contaminada o comer algo contaminado. Puede provocar una muerte rápida, tras una dura agonía, como consecuencia de una total deshidratación. Pero se lo pude tratar fácilmente si es detectado a tiempo.
La destrucción causada por la tormenta de categoría 4 creó las condiciones ideales para la propagación de esta enfermedad a través del agua. Los ríos se desbordaron en esta región montañosa, creando amplios espacios donde la bacteria puede crecer. El agua contaminada llega a los pozos de agua potable que sobrevivieron al paso del huracán.
Miles de personas cuyas viviendas fueron destruidas están quedándose con familiares y amigos en espacios reducidos, lo que facilita el contagio. Ya hay informes de que el mal se está esparciendo. La Organización Mundial de la Salud dice que se ha informado de al menos 200 presuntos casos de cólera en la región tras el paso de Matthew.
“Esto no pinta bien”, dijo Unni Krishnan, director de la Unidad de Emergencias de Save the Children. “Tenemos que actuar pronto para contener esto, porque de lo contrario puede salirse de nuestro control”.
La cólera no es la única emergencia que enfrenta el país en el campo de la salud. Krishnan y otros vienen advirtiendo sobre una creciente malnutrición derivada de la destrucción de las cosechas y de animales, así como de barcos y equipo de pesca, lo que priva a muchos de su sustento en un país donde más de la mitad de la población sobrevive con dos dólares diarios.
El panorama se complica por la escasez de hospitales y clínicas, que no están preparados para responder a un brote. No es fácil recibir tratamiento en comunidades aisladas. Crownal dijo que tuvo que caminar por horas desde su casa en Randell, cerca de Les Cayes, hasta que finalmente encontró un autobús que la llevó a un centro donde su bebé pudo recibir tratamiento
En Haití nunca había habido cólera hasta el 2010. Se cree que fue traída por un miembro de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas de Nepal, parte de un contingente que está estacionado en Haití desde el 2004. Desde entonces, el cólera mató a unas 10.000 personas y enfermó a más de 800.000 en este país.
Haití y organizaciones internacionales como Médicos Sin Fronteras han creado una red de centros de tratamientos que evitan que gente como Peter James sufran una muerte atroz. El bebé está recibiendo fluidos en forma intravenosa a través de su mano y se repone lentamente dos días después de que su madre buscó atención médica.
Ahora que el niño se repone, Crownal tiene que encarar un futuro incierto.
“Me siento orgullosa de ser haitiana, pero aquí no queda nada”, afirmó.
En otra comunidad costera, Anse-d*Hainault, en el extremo occidental del país, hasta el lunes se habían registrado 92 casos de cólera y la cifra seguía subiendo.
“Nuestro centro de tratamiento del cólera puede recibir 12 personas. Ahora estamos desbordados”, declaró Cadet Jean Arthur, el administrador del hospital.
En el distrito de Anse d’Hainault, que incluye el pueblo del mismo nombre, mueren hasta cinco personas diarias por el cólera. Se cree que ya han fallecido unas 50 personas, de acuerdo con el alcalde Georges Simon.
Afuera del único hospital público del pueblo, el agente de protección civil Joseph Roby repartía tabletas purificadoras de agua mientras advertía que los casos aumentarían.
“La gente estaba tomando agua de cualquier sitio”, manifestó.
Mirve Luma, cuyo padre y un primo estaban siendo atendidos por cólera, lucía visiblemente irritada. Tomó un trapeador y un balde con agua enjabonada y comenzó a limpiar el piso de una sala atestada de gente, ante el asombro de un perezoso empleado de limpieza que no hacía nada.
“Va a morir más gente si tú no limpias”, le dijo al empleado.
Cerca suyo, un hombre recogió ropa sucia con un palo y lo tiró a una fogata, ayudando al personal del hospital a limpiar el lugar a cambio de comida gratis.
Entre los pacientes se encontraba Bacilio Louis-Charles, de 16 años, que había sido admitido dos días atrás y estaba recostado sobre una cama de madera con un agujero en el medio, para que los excrementos cayesen en un balde de plástico que se encontraba debajo.
Recibía suero intravenoso y dijo que se sentía mejor.
“Cuando llegué aquí pensé que me moría. Había dos personas muertas en el patio del hospital”, relató.
Sandra Honore, enviada de las Naciones Unidas a Haití, dijo que no se puede subestimar el impacto que pueda tener Matthew en la nación y expresó que el país enfrenta “una tragedia humanitaria y una profunda situación de emergencia”.
Reveló que la ONU estaba enviando sistemas de purificación del agua y medicinas a sectores remotos e instó al mundo a aportar para reunir 120 millones de dólares para ayudar a Haití.
Cada vez más haitianos, sin embargo, se sienten frustrados al escuchar esos pronunciamientos y se quejan de que, a una semana del temporal, hay zonas a las que todavía no ha llegado ayuda.
Haciendo un gesto de disgusto, Guideline Joseph y otras personas fueron a una taberna en la que se improvisó un refugio. Vieron allí un programa por la televisión estatal en el que se hablaba de los esfuerzos por ayudar a las localidades más afectadas.
“Esto está horrible aquí, el cólera está matando a la gente. Pero ellos hablan de progresos en la televisión”, dijo la mujer. “Para cuando lleguen aquí, tal vez no quede nadie”.