Alex Rodríguez no es Cenicienta como él dice.

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Aroldis Chapman es la noticia más importante en los entrenamientos de los Yankees, pero Alex Rodríguez siempre tendrá su buena cuota de ojos encima de él. USA TODAY Sports.
Aroldis Chapman es la noticia más importante en los entrenamientos de los Yankees, pero Alex Rodríguez siempre tendrá su buena cuota de ojos encima de él. USA TODAY Sports.

TAMPA, Fla. El jueves Alex Rodríguez comparó su sorpresiva temporada 2015 con la historia de Cenicienta, pero la realidad es que la analogía no funciona en varios niveles.

Por un lado, Alex Rodríguez no tuvo que vivir la vida de una camarera o sirvienta, maltratada y abusada por su madrastra y sus malvadas hermanastras, y quien de repente vive una gloriosa noche en la que su vuelta da un giro por completo. Por años, él fue parte de la realeza del béisbol cuyas propias acciones lo forzaron a caer en la humillante posición de tener que esforzarse para volver a ser visto con buenos ojos en el deporte.

Y por el otro, Cenicienta vivió el segundo acto de su vida fuera del escenario. A nosotros nos dijeron que ella y el Príncipe Encantador vivieron felices para siempre, y nunca más hemos vuelto a escuchar otra palabra de ella o de ellos.

Pero Rodríguez no va a tener ese lujo, ya que se espera que siga su «temporada de Cenicienta» con algo mucho menos mágico -una sólida campaña de Grandes Ligas parecida a la producción — 33 jonrones y 86 impulsadas – que tuvo hace un año.

Por supuesto, eso no va a ser tan fácil.

En muchos aspectos, Rodríguez sí disfrutó una temporada de ensueño el año pasado por primera vez en probablemente seis años, una en la que estuvo libre de lesiones, y más sorprendente aún, controversias.

El mayor escándalo de la temporada 2015 en torno a Rodríguez fue la resistencia de los Yankees de Nueva York a pagarle el bono de $6 millones, establecido en su contrato, al empatar con Willie Mays en la lista de jonroneros de todos los tiempos con 660 jonrones, una controversia pública de silbidos que solo sirvió para que los grandes y malos Yankees lucieran como que estaban abusando de la pobre camarera, er, quiero decir, del pobre toletero.

Aparte de Chase Headley (148) y Didi Gregorius (147), ningún otro jugador de los Yankees abrió más partidos como titular que Rodríguez con 138. Luego de perderse la totalidad de la temporada 2014 y haber promediado 105 partidos por campaña en las anteriores cinco temporadas, no pasó ni un minuto en la lista de lesionados en el 2015.

Y no olvidemos que hasta su mala racha en la parte final de la temporada – bateó apenas .191 con nueve jonrones en agosto y septiembre – el bate de Rodríguez era el segundo más peligroso en la alineación de los Yankees luego del de Mark Teixeira.

¿Cuáles son las posibilidades de que todos esos cuerpos celestiales se puedan alinear para que tenga un segundo año como ese en fila?

Gracias a que él es Alex Rodríguez, siempre existe la posibilidad de que eso ocurra.

Gracias a que además es un ser humano, las probabilidades de que eso no ocurra son aún mayores.

Y como sea que le vaya el 2016 a Rodríguez y a los Yankees, la temporada no va a ocurrir de la misma forma que le ocurrió a Cenicienta, en privado, y luego de la última página del libro de cuentos.

Para Rodríguez, su más reciente segundo acto — de todos modos, ¿cuántos de estos ha tenido ya? – se llevará a cabo ante multitudes de más de 40,000 personas en un estadio cerca de usted y en las pantallas de televisión de todo el país.

Incluso con la historia en progreso de Aroldis Chapman y su equipaje fuera del terreno colgando sobre los Yankees en esta primavera, hay muchos ojos atentos a Rodríguez, como siempre ha ocurrido. Su primera práctica de bateo el jueves tuvo una muy buena asistencia y una cantidad ridícula de reporteros y equipos de televisión.

Esa fue solo la primera de muchas prácticas de bateo entre ahora y el Día Inaugural, pero en honor a la verdad, lució un poco fuera de ritmo, especialmente luego de Teixeira, quien lució como si estuviera en forma de juego de mediados de temporada; envió varias pelotas en la práctica por encima de la cerca con la fuerte brisa de Florida en su contra.

Los Yankees ya han dejado en claro en esta primavera que ni siquiera van a considerar la posibilidad de que Rodríguez pueda jugar uno o dos partidos en la primera base, o siquiera en la tercera, donde en cambio estarán probando a Rob Refsnyder. De hecho, ni siquiera le permiten a Rodríguez ponerse un guante en la mano.

«La organización siente que para sacarle el mayor provecho, lo mejor es no ponerlo en el terreno», dijo el manager Joe Girardi. «Para mantenerlo físicamente saludable, lo mejor es utilizarlo solo como designado».

Rodríguez también mostró algunas dudas persistentes sobre la condición de su cuerpo. Cuando se le preguntó si esperaba poner este año el mismo tipo de números que puso la temporada anterior, dijo: «Siento que puedo ser productivo. Pero a mi edad, como a cualquier edad, la salud es lo principal».

Y cuando se le preguntó sí esperaba jugar más allá de la expiración de su contrato al final de la temporada 2017 — Teixeira, cuatro años más joven que él, dijo el miércoles que esperaba jugar cinco años más — Rodríguez se cubrió las espaldas de nuevo contra las apuestas.

«Yo no voy a estar jugando por cinco años más», dijo. «A los 40 años, y con dos cirugías de cadera, yo estoy de día a día. Mi actitud es jugar duro y jugar tanto como mi cuerpo me lo permita»».

Esa podría ser una manera sutil de bajar las expectativas para la venidera temporada, o podría ser un atisbo a la psiquis de un jugador que sabe que viene de un año excepcional y que se pregunta a sí mismo, como lo hacemos todos nosotros, si es capaz de hacerlo nuevamente.

La Cenicienta real nunca tuvo esas preocupaciones. La suya fue un encuentro romántico que se convirtió en una vida de (presunta) felicidad privada.

Alex Rodríguez, cuya vida completa, según parece, se ha llevado a cabo en escenarios públicos, tiene que repetir la noche mágica de Cenicienta en el baile de nuevo este año, y de nuevo el año que viene.

Y no tendremos que esperar a que nos cuenten si él pudo vivir feliz para siempre. Eso lo podrá ver todo el mundo.