CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El excardenal estadounidense Theodore McCarrick fue hallado culpable por el Vaticano de abuso sexual y expulsado del sacerdocio, y el sábado aumentaron las exigencias para que el papa Francisco revele cuánto sabía él sobre la conducta sexual depredadora que al parecer por décadas mostró el otrora poderoso prelado.
El anuncio del sábado, que fue hecho en un lenguaje atípicamente directo por el Vaticano, significa que McCarrick, exarzobispo de Washington, D.C., se convierte en el eclesiástico de mayor rango y el primer cardenal en ser laicizado, como se le conoce al proceso de expulsión. Eso implica que no pueda oficiar misa ni realizar cualquier otro sacramento, usar vestimentas clericales ni conservar ningún título religioso.
McCarrick, de 88 años, fue notificado el viernes sobre la decisión, la cual fue ratificada luego de su apelación y aprobada por el papa Francisco.
La próxima semana el papa encabezará una cumbre de obispos de todo el mundo que han sido convocados por Roma para ayudarle a Francisco a lidiar con la crisis de abusos sexuales por parte de sacerdotes y los encubrimientos sistemáticos por parte de la jerarquía de la iglesia católica.
Décadas de revelaciones sobre sacerdotes que han sido depredadores sexuales de menores y sobre sus jefes que han trasladado a los clérigos abusadores de parroquia en parroquia en lugar de impedirles el acceso a los niños han socavado la fe de muchos católicos. También han amenazado la autoridad moral de Francisco e incluso su papado.
El escándalo que giró en torno a él fue particularmente dañino para la reputación de la Iglesia ante los ojos de los feligreses, porque aparentemente era un secreto a voces que él se acostaba con seminaristas adultos.
Francisco despojó a McCarrick de su cargo de cardenal en julio, cuando una investigación de la Iglesia en Estados Unidos determinó que era creíble la acusación de que el religioso manoseó a un monaguillo en la década de 1970.
La oficina de prensa del Vaticano informó que el 11 de enero la oficina doctrinal de la Santa Sede, la Congregación para la Doctrina de la Fe, encontró a McCarrick culpable de “proposiciones durante el sacramento de confesión y pecados en contra del sexto mandamiento con menores y adultos, con el factor agravante de abuso de autoridad”. El mandamiento prohíbe el adulterio.
Las autoridades “le impusieron la pena de destitución del estado sacerdotal”.
McCarrick, quien fue ordenado como sacerdote en 1958, hizo un voto de celibato de acuerdo con las reglas de la Iglesia.
El papa “reconoce la naturaleza definitiva de esta decisión en apego a la ley (eclesiástica), volviéndose ‘res iudicata’”, afirmó el Vaticano, utilizando la frase el latín en la que no se admiten más recursos.
“Hoy estoy contento porque el papa me creyó”, dijo uno de los principales acusadores de McCarrick, James Grein.
En un comunicado difundido a través de su abogado, Grein también expresó la esperanza de que McCarrick “ya no pueda utilizar el poder de la Iglesia de Jesús para manipular a las familias y abusar sexualmente de niños”.
Grein declaró ante autoridades eclesiásticas, que McCarrick lo toqueteó reiteradamente durante la confesión, entre otros abusos.
Diciendo que es “hora de que limpiemos la Iglesia”, Grein expresó que se debe ejercer presión para que algunos fiscales generales y senadores estatales cambien la prescripción de cargos. “Cientos de sacerdotes, obispos y cardenales se esconden tras las leyes hechas por el hombre”, dijo.
McCarrick se mudó de su casa de retiro en Washington, D.C., a un monasterio en Kansas cuando el pontífice le ordenó vivir en penitencia y oración mientras se continuaba con la investigación.
El abogado de McCarrick, Barry Coburn, dijo a The Associated Press que de momento su cliente no tenía comentarios.
A pesar del supuesto conocimiento dentro de la Iglesia de su comportamiento sexual, McCarrick subió en los rangos del poder eclesiástico. Incluso fue vocero para los obispos estadounidenses cuando implementaron la política “tolerancia cero” contra sacerdotes que cometían abusos sexuales en 2002.
Esa hipocresía percibida, sumada a las acusaciones en el reporte del jurado investigador de Pensilvania, que detalla décadas de abuso y encubrimientos en seis diócesis, indignó a muchos feligreses que habían confiado en líderes eclesiástico para reformar la forma en que lidiaban con el abuso sexual después de 2002.
La acusación que menciona al monaguillo fue el primer caso en involucrar a un menor, una ofensa mucho más seria que acostarse con seminaristas adultos.