(EFE) El primer banco de heces de Holanda ya trabaja con sus primeros donantes, de quienes recogerá muestras que, tras ser tratadas y filtradas, podrán ser usadas para reconstruir la flora intestinalde más de 100 pacientes al año con infecciones intestinales crónicas.
El principal objetivo de este peculiar banco, puesto en marcha por la Universidad de Leiden, es luchar contra la Clostridium difficile, una bacteria que afecta a unas 3.000 personas al año en Países Bajos y que está relacionada con el abuso de antibióticos.
Cuando esta bacteria se desarrolla y crece, causa diarrea y daña gravemente la macrobiótica del intestino, y en un 5% de los casos la infección se vuelve crónica.
En el momento en el que esto ocurre «la flora intestinal no puede recuperarse por sí misma, así que necesita ayuda. Lo que hacemos es sustituírsela por una nueva», explicó a Efe Ed Kuijper, profesor de la Universidad de Leiden.
Para conseguir esto, los médicos utilizan las bacterias recogidas en las heces de los pacientes sanos para recolonizar el intestino, creando una flora intestinal nueva y sana en el paciente.
En la actualidad, en Holanda ya se practica este tratamiento de trasplante de heces entre tres y cinco veces al mes. Con el nuevo banco de heces se busca aumentar la incidencia de este método.
«Esperamos tratar a entre 100 y 200 personas al año», aseguró Kuijper, que explicó que en otros países como España y Alemania la media de afectados por Clostridium difficile es mayor que en Holanda. El profesor argumentó que hay dos razones para explicar esta estadística.
«La primera es que en países como España el uso de antibióticos en hospitales es mucho más frecuente. La segunda es que en Holanda, al igual que en Reino Unido, Bélgica y Francia, contamos un sistema de vigilancia nacional», dijo.
El establecimiento de este sistema de control es una recomendación que el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ha hecho a los países de la UE.
Los candidatos a donantes ya están pasando las primeras pruebas para comprobar que sus heces son apropiadas para formar parte del banco y los requisitos son exigentes.
Los solicitantes no pueden haber viajado al extranjero durante los tres meses anteriores, deben tener menos de 50 años y vivir cerca de Leiden para que, una vez hecha la defecación, puedan dejar su muestra en el laboratorio de la universidad lo antes posible.
«Además, en los formularios de inscripción les hacemos preguntas como si utilizan muchos antibióticos, si tienen antecedentes familiares de enfermedades intestinales, de sangre, de transmisión sexual, de hígado o de riñones», indicó Kuijper, que aclaró que «también se les pregunta por cómo es su defecación».
En esta primera criba, que se está haciendo en este momento, se excluirá a un 90 % de los candidatos.En una segunda fase se analizará los excrementos de los seleccionados y de cada diez se elegirá solamente a uno o dos.
«Al final del proceso esperamos tener entre 5 y 10 donantes, es todo lo que necesitamos», apuntó. A diferencia de Estados Unidos, donde los donantes de heces son recompensados económicamente, la Universidad de Leiden no ofrecerá ningún tipo de compensación monetaria.
El profesor explicó que «lo ideal es que el donante nos deje una muestra al día, dos horas después de la defecación, por eso pedimos como condición que viva cerca de Leiden. Si hace esto durante tres semanas tendremos más de 20 muestras. Estas heces serán entonces procesadas y filtradas para convertirlas en un líquido que se congelará y mantendrá a 80 grados bajo cero».
De esta manera, la solución podrá ser utilizada por los médicos cuando sea necesaria.